En México, la cuarta población más vulnerable es la de los adultos mayores, según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010, pero únicamente en 17 entidades de la República existe protección jurídica para los ancianos. El principal problema al que se enfrentan es el abandono, en muchos casos la persona se queda sola en su propio domicilio, pero en otros casos los familiares los abandonan en centros de salud y los ancianos deben ser protegidos por el DIF.
Pero la violencia hacia este sector se extiende a la violencia física y emocional, en los casos en que algún familiar vive con ellos, se reportan múltiples casos de maltrato físico, negligencias que atentan contra su salud, como no darle de comer o forzarlos a tareas domésticas que sobrepasan sus capacidades físicas, así como no atender sus enfermedades, son solo algunos ejemplos de violencia física. En cuanto a los abusos emocionales son más difíciles de reportar y por ello se estima que ocurren en mayor medida, estos comprenden desde ignorarlos, insultarlos, menospreciarlos, hacerlos sentir una carga para la familia, recluirlos en un rincón de la casa, entre otros maltratos.
El despojo de sus bienes es otro tipo de abuso frecuente hacia los adultos mayores, suelen ser los propios hijos u otros familiares los que se aprovechan de la situación vulnerable de sus ancianos, por ejemplo problemas de salud que los orillan a depender de alguien más, el vínculo afectivo que tienen hacia sus hijos también suele facilitar que se les despoje de su hogar, efectivo u otro tipo de patrimonio. En estos casos las víctimas no suelen denunciar el abuso y simplemente quedan a merced de dicho familiar, en el mejor de los casos, o en el abandono absoluto, sin ningún soporte económico.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia reporta que el 60% de los ancianos que ingresa a sus centros gerontológicos han sido totalmente abandonados por su familia, es una cifra dramática que solo revela una falla terrible en nuestra cultura.
En México todavía no hay una conciencia de la importancia que juegan los adultos mayores en la familia y la sociedad, prevalece una noción de que son un estorbo, una carga, y es por esta idea que son uno de los grupos más vulnerables. Pero basta con cambiar esta noción para que el problema social vaya cediendo, los adultos mayores son una fuente de sabiduría y experiencia invaluable, las culturas más fuertes siempre han recurrido a ellos para guiar a la sociedad; además de que aportan a las siguientes generaciones una cantidad impresionante de información sobre tradiciones e identidad, que de otro modo se pierde definitivamente.
Nuestro país será en un par de décadas una nación de adultos mayores, no de jóvenes, es por ello fundamental hacer cambios para que nos afrontemos a un panorama más amable y acabemos en lo posible con la marginación que enfrenta este sector.